Una opinión de Antonio Jiménez Rodríguez | Candidato a la alcaldía de Salamanca por Contigo Somos Democracia. Abogado, empresario, escritor, Director General de la Asociación Española de Certificación de Calidad y embajador de Salamanca Convention Bureau en 2016.
Hay que romper con el tópico de que “la corrupción no es patrimonio de nadie sino simplemente, lo es de la sociedad en general". Pues es precisamente el elevado número de casos de corrupción, sobre todo a nivel político, el que está generando una sociedad con individuos menos honrados, y por supuesto no al revés.
Numerosos estudios sociológicos demuestran que en aquellas sociedades donde hay mayores índices de corrupción política, se dan también los mayores índices de fraude fiscal, fraude laboral y a la seguridad social y además se cometen el mayor número de actos delictivos basándose en el engaño, con el objetivo de buscar un beneficio propio en perjuicio de terceros, tales como apropiaciones indebidas, manipulaciones contables, estafas, sobornos, blanqueos de dinero y capitales, abusos de posición de mercado de grandes empresas.
Se puede afirmar que en aquellos países donde hay grandes índices de corrupción política se produce un campo de cultivo de bacterias, que pueden llegar a comprometer y atacar a la honradez individual. En la mente de los individuos de todas las sociedades, se enfrentan por lo general dos ideas contrapuestas y que guían sus acciones y son, por un lado el afán de obtener máximo el beneficio personal y por otro lado el querer ser honrado o, al menos, tener una imagen honrada de uno mismo.
Es precisamente el equilibrio entre ambas ideas lo que se puede desajustar dependiendo de nuestro entorno. Pues está más que demostrado que los valores de honradez individual son más fuertes y están más asentados en aquellos países que tienen bajos índices de corrupción política.
Dicho de otro modo, en los países con menos casos de corrupción, la gente es más honrada. Es la prevalencia de la corrupción, la que termina por hacer que los individuos de una sociedad se vuelvan menos honrados y no al revés.
La corrupción es un problema de primera magnitud en muchos países y entre ellos España. En España desde 1978 se han documentado miles de casos de corrupción en ayuntamientos, comunidades autónomas y a nivel estatal. Con una media actual de 10 casos de corrupción al mes, y miles de personas detenidas desde que se inicio la democracia en España, las cifras que estiman cuánto nos cuesta la corrupción son muy variadas, pero las menos alarmantes estiman que nos cuesta alrededor de 1.000 euros por español y año y las más concienzudas lo cifran en 2.000 euros por español y año, es decir entre 45.000 y los 90.000 millones de euros al año.
Pensemos como estaría a día de hoy la hucha de las pensiones, La sanidad, la educación, el estado de la investigación y el desarrollo, la innovación, los salarios y el desempleo en España si se hubiese reducido la corrupción a la mínima expresión. Puedo afirmar que si la corrupción en España, que es, en más del doble superior a la media de la Unión Europea, se hubiese situado en dicha media, en 2019 España superaría con creces la renta per cápita a países como Francia, Reino Unido o Japón y estaríamos a la par, con países tan ricos como Finlandia.
Propongo 10 medidas que permitirían en un breve lapsus de tiempo erradicar gran parte de la actual corrupción:
Si de verdad se quiere erradicar la lacra de la corrupción que tanto coste económico y social (pérdida de valores morales y principios éticos) nos ha generado y sigue generando en España, se requiere un pacto de Estado contra la corrupción, una Constitución Ética, que sea de obligado cumplimiento para todos los partidos y actores políticos, que prevea un gran órgano institucional independiente que vele por su cumplimiento.
Como asesor de la ejecutiva nacional de Contigo Somos Democracia y candidato a la alcaldía de Salamanca por este partido, asumo el compromiso de velar en la medida de mis posibilidades, por erradicar la corrupción de la vida pública, por trabajar en la elaboración y asunción por parte de todos los partidos que obtengan representación en el ayuntamiento de un código ético de conducta, que también, deberán acatar todos los funcionarios y empleados públicos, así como las personas y empresas que quieran contratar o percibir ayudas del ayuntamiento.
A nivel personal asumo los compromisos de garantizar a los vecinos de Salamanca una mayor transparencia en la gestión de los asuntos públicos de nuestro municipio, así como el de respetarles y tener en cuenta sus opiniones, poniendo a su disposición todos los canales posibles que permitan la participación ciudadana en los mismos.
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